domingo, 22 de septiembre de 2019

El Merengue; un género que conoce el rechazo y la victoria

El merengue es el género tropical considerado como el baile nacional de República Dominicana. Este género musical es un símbolo de identidad de los dominicanos y un patrimonio sin frontera.

Se nombra como los principales instrumentos de este baile la tambora, el acordeón y la güira. En estos tres objetos se encuentran representada las influencias de la cultura africana, europea y taína en la nuestra. En sus inicios se interpretaba con instrumentos de cuerdas como la bandurria dominicana y la guitarra. Este último fue reemplazado por el acordeón (de origen alemán) finales del XX. La güira y la tambora entraron a formar parte del merengue a inicio de la dictadura de los 31 años. En este proceso de evolución se le agregó también el saxofón.

Sobre el origen del merengue se han tejido muchas teorías dentro de las que se afirma que el merengue puede haber provenido de Cuba, Puerto Rico, Haití, de África y una afirma que es criollo. Aunque el lugar procedencia sigue siendo incierto, lo cierto es que este ritmo echó sus raíces en los campos de República Dominicana en las ultimas décadas de la Época Colonial. Su avance fue notable a mediado del siglo XIX cuando se puso de moda y desplazó a la tumba.

Frente al avance de esta danza, los periódicos de Santo Domingo levantaron una fuerte campaña en contra del esta. También contribuyó con esta acción el presidente Ulises Francisco Espaillat por medio de sus escritos en 1875, pero ya era tarde, el merengue había proliferado en el gusto popular. Sin embargo, este progreso no calaba en la clase alta de la época.

Todavía a principio de la primera mitad del siglo XX este ritmo musical sufría el rechazo en los salones por parte de la élite. Era asociado al campo y las regiones rurales, pero la mayor causa de ese rechazo era su vinculación a la música africana y las letras subidas de tono.

Personas como Juan Francisco García, Juan Espínola y Julio Alberti realizaron múltiple intento a favor del merengue, con esto no se logró penetrar en la nobleza, no obstante, se estableció la forma musical del género.

La realidad del merengue empieza a cambiar a partir de los años 30, periodo en que se da el ascenso de Rafael Leónidas Trujillo Molina al poder. El tirano era de ascendencia campesina y le encantaba el merengue, por lo que, una vez al mando de los destinos del país se propuso formar una orquesta para que tocara el mencionado ritmo en todas sus campañas.

El Dictador fundió orquestas como las de Luis Alberti y Lira de Yaque en 1932, igualmente hizo con algunas escuelas en donde se inició a enseñar merengue y otra música trujillista. Durante este tiempo, cualquier músico que buscara aceptación en el país debía escribir merengue para elogiar a Trujillo y su política. Por otro lado, las tiendas que se dedicaban a la venta de música debían tener en venta los discos que ponderaban el régimen y por su parte los compradores debían tener adquirir las piezas. Trujillo convirtió al merengue en la música nacional obligada en los actos sociales y oficiales. A pesar de todo, la nobleza mostraba resistencia en sus gustos musicales.

El merengue recibió un empujo a otro nivel cuando en una ocasión una familia de la aristocracia de Santiago le pidió a Luís Alberti (músico y dueño de una orquesta de jazz) que compusiera un merengue con letras decentes. El artista accedió a dicha petición y surgió como resultado “Compadre Pedro Juan”, obra que se convirtió en el himno de los merengues.

Este evento dio como origen la subdivisión del merengue en dos variantes distintas: el merengue típico o perico ripiao predominante en las zonas rurales y el merengue de salón destacado en las ciudades. Durante la segunda intervención estadounidense surge otra variación, la mangulina o pambiche (merengue lento), porque el merengue era muy rápido para ellos.

Después de 1961, los merengues trujillistas fueron prohibidos. Entonces tuvo paso la modernización e internacionalización de la que Johnny Ventura y Félix Rosario fueron los más influyentes. Los esfuerzos de estos y otros personajes como Wilfrido Varga y Bienvenido Rodríguez dieron como fruto que a finales de los 70 tuviera lugar la “Época Dorada del Merengue”. Aquí el género mostró su máximo esplendor y se extendió a otros países como Puerto Rico, donde se formó “El Conjunto Quisqueya”, agrupación que alcanzó un éxito rotundo por su estilo picaresco y su adaptación al momento. Este periodo de gloria fue liderado por los jóvenes arreglistas Bonny Cepeda, Ramón Orlando y Manuel Tejeda.

Entre los merengueros más destacados se puede mencionar: Johnny Ventura, Juan Luis Guerra, Milly Quezada, Fernando Villalona, Rubby Pérez, Eddy Herrera, Héctor Acosta, Cuco Valoy, Wilfrido Vargas, entre otros.

Por último, el 11 de noviembre de 2005, por medio del decreto presidencia 619-05, se instituyó el merengue, eligiéndose como “Día Nacional del Merengue” el 26 de noviembre de cada año. En ese mismo orden, debido a la importancia cultural, el 30 de noviembre de 2016, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró el merengue dominicano como Patrimonio Inmaterial y Cultural de la Humanidad.

Por: Eliodoro Arnó 

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